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Segundas oportunidades

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Por Cecilia Zaragoza Peña

La vida es una caja llena de sorpresas totalmente inesperadas, no todas nos van a gustar y el camino más fácil siempre será echarle la culpa a las circunstancias y las personas que nos rodean. ¿Qué tan capaces somos de volver a empezar sin el temor de volvernos a equivocar?, ¿quién asegura que ahora si saldremos triunfantes de aquella experiencia que tanto problema nos trajo?

La verdad de las cosas es que no sabemos si volveremos a caer, pero si analizamos a detalle que es lo que no queremos repetir y trabajamos en ello como un firme propósito será más sencillo no repetir patrones. Si, suena al refrán “más vale malo por conocido, que bueno por conocer” pero déjame decirte que, si piensas de esa manera, ahora sí que nunca sabrás que es lo que realmente pudo haber pasado, lo peor que puede suceder es no saber a tener esa incógnita del “hubiera” que evidentemente no existe.

El camino no es fácil, implica mucho sacrificio, que si todo sale como uno quiere valdrá la pena trabajar en ello. No será de la noche a la mañana y tendremos que ser muy resilientes, porque incluso en el transcurso de euforia que nuestras emociones nos mostrarán por querer cambiarlo todo, se nos pondrán piedritas que nos pondrán a prueba nuestra capacidad de adaptación.

Además, dentro de nuestro caminar tendremos que aprender a desaprender y salir de nuestra zona de confort, porque aún y dentro de las situaciones más difíciles somos capaces de conformarnos con tal de no batallar más, como dirían muchos “hay peores cosas, no es para tanto”. El factor sorpresa es que, si amerita nuestro esfuerzo y dedicación, al final los más beneficiados seremos nosotros, ya sea que los resultados sean satisfactorios o decepcionantes, nos queda una lección que si sabemos aplicarla con éxito en nuestra vida podemos decir que si valió la pena.

El peor juez que existe en estas segundas oportunidades no son los demás, somos nosotros mismos porque solo nosotros sabemos hasta donde somos capaces de llegar y que tanto sacrificamos. No es una cuestión de ir a gritarle al mundo que lo lograste, y si quieres hacerlo adelante nadie te detiene, pero de nada sirve los aplausos de los demás que muchas veces son más falsos de un billete de 38 pesos. La cuestión es, si vuelves a caer, justamente aquellos que aparentemente te felicitaron muy efusivamente serán los primeros en juzgarte y contados con los dedos de la mano los que sigan a tu lado apoyándote a pesar de los fracasos.

Volver a empezar implica ser fuerte, y aún y cuando todo salga como tú te lo imaginabas, quizá es necesario volver a empezar, tal vez no necesariamente en eso en específico, pero si en otras cuestiones. A eso se le llama vivir, aprender a disfrutar de todos aquellos pequeños momentos de gloria y ¿por qué no? los no tan gloriosos, pero sin esos nunca sabremos de que estamos hechos.

¡No tengas miedo de reescribir tu vida, aprende a disfrutar de las sorpresas que la caja nos da, porque es eso precisamente lo que nos hace ser humanos, a eso venimos, a vivir!

Cecilia Zaragoza Peña es fundadora de la Revista de Negocios Business 4.0, una plataforma multilateral con enfoque de negocios, marketing, tecnología, emprendimiento, desarrollo personal, educación y más. Estudió Licenciatura en Ciencias de la Información y Comunicación en la UDEM. Cuenta con 10 años de experiencia en medios y en el 2009 ayudó a la realización del Censo en EU en Kankakee, Illinois creando una relación más estrecha con la población latinoamericana. En el 2017 inicia la creación de una revista de negocios llamada Pivot donde además fungió también como su Directora Editorial.

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Sabes lo que vale tu dinero, hasta que te dicen que lo perdiste…

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Por Federico Vázquez Elizondo

Los contratos de inversión y negocios de riesgo, no son nuevos; generalmente contienen el ingrediente de “atractivos” rendimientos. Las nuevas propuestas de cripto y su auge, atraen a nuevos jugadores en la apuesta de tener mejores frutos que la banca tradicional de ahorro o de inversión “segura”.

Si te invitan a ser inversionista de un proyecto de alto rendimiento, siempre pregunta por tu contrato, y dentro de las condiciones, revisa el riesgo de perderlo todo, o en su caso, de poder recuperarlo.

Es común escuchar el refrán “el que no arriesga, no gana”, solo agregaría, para arriesgar en la vida, debes haber “entrenado” tus habilidades para reaccionar de inmediato ante el riesgo inminente, eso opera para tus actividades que impliquen un contrato, (incluido el matrimonio, sin “noviar” primero, asumes todos los riesgos).

Lee siempre tus contratos, y si te da flojera, acércate con los profesionales antes de poner en riesgo tu patrimonio.

El autor es Director de Grupo Santa Sofía, cuenta con un Doctorado en Administración Internacional, Maestría en Derecho de las Telecomunicaciones y TICs, así como una Maestría en Derecho de los Negocios.

[email protected]

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Aroeste Inspiración, pasión y creatividad en su Arte

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Por: Vero Maiz

Hace un año tuve la oportunidad en uno de mis tantos viajes de trabajo, a Puerto Vallarta, conocer a una persona que, al principio, la veía introvertida, muy callada, muy seria, pero muy auténtica en todo su ser, desde su forma de vestir, de hablar, de caminar, de actuar e inclusive de opinar.

Esta persona ve las cosas de una forma muy distinta, que uno no se da cuanta hasta que le pone atención, cosas simples, como un árbol, una iguana, unas palmeras, todo a su alrededor gira en torno a una filosofía de vida que me intrigó. Es por esto por lo que quise conocerla, ya que soy una mujer que le encanta la diversidad de pensamientos y opiniones de las personas, no quería dejar de pasar la oportunidad de preguntarle su nombre, y de entablar una conversación con ella, alrededor de mujeres que todas hablaban inglés, la mayoría canadienses y americanas. Me acerque a ella en una reunión de mujeres emprendedoras que se reúnen cada año, los primeros cuatro meses al mes, a pasar el verano en este municipio.

Me presente, y ella se presentó muy humildemente, pues pensaba que, por su excelente inglés, de seguro era extranjera, me dijo “me llamo Miriam Aroeste, mucho gusto”, le dije: ¿Eres Mexicana? Me dijo: “Nací en la ahora llamada Ciudad de México, pero viví 35 años en Vancouver”. Desde ahí comenzamos una relación de amistad que aún conservamos, y nos hablamos y vemos cada que vengo a Puerto Vallarta, ya que ella escogió este hermoso paraíso en la Marina para vivir con su marido y hacer lo que más le apasiona, que es pintar. Yo la verdad, como coleccionista de bajo nivel, ni idea tenía quién era ella en el mundo artístico, aunque uno de mis hobbies es el arte, y me ha encantado siempre, así como también lo he apoyado desde hace más de 20 años, no sabía quién era ella, ni conocía lo que hacía.

Mucho tiempo después me fui dando cuenta de su hermosa personalidad, de su pasión, de su visión, y fue hasta después que me comento que ella pintaba, pero nunca pensé que, después de tantos meses de conocerla y de haber estado en mi departamento infinidad de veces con este personaje, me había encontrado, y así mismo la vida, me la puso para aprender de ella. Fue hasta ahora que me di cuenta de que encontré una aguja en un pajar.

Por su forma tan sencilla de ser, es muy difícil saber la calidad del personaje con el que estaba tratando, pues yo trato a todo mundo por igual. Pero al darme su tarjeta, me puse a investigar en el Internet sobre ella y dije: ¡WOW! Un año de amistad con una mujer tan talentosa, humilde y, además, reconocida mundialmente, ¿en qué mundo vivía?, para no haber sabido esto.

Resulta que Miriam tiene más de 35 años de experiencia en las Artes Visuales, y que no solo pinta como su pasión, pero que es una de las artistas más reconocidas en Canadá, ya que ella fue contratada por uno de los grandes arquitectos en ese país para que le hiciera el arte de sus edificios: Arthur Ericcson, y no solo trabajo para él, sino para muchos desarrolladores, dueños de restaurantes, personalidades de la alta sociedad que le pedían específicamente cuadros hechos a su medida.

Inclusive fue invitada al Bienal de Venecia como VIP, y su opinión influyo en curadores a nivel mundial para invitarla a promover su arte, tanto en Canadá como en Estados Unidos.

Hoy me llamo, y me dijo: “Vero, ¿qué haces?”, le dije vente al departamento, te invito a comer y, como siempre, tuvimos una charla tan fructífera, y fue ahora cuando supe más de ella, porque hace tiempo que me había dado su tarjeta, y empecé a ver sus obras en el internet, y las galerías que la representaban.

Le pregunte ¿qué haces en Vallarta? Si tienes tanto camino recorrido en Canadá y en Estados Unidos, me contesto: “Abriendo brecha, quiero que las personas me reconozcan por mi inspiración, ya que en cada cuadro dejo una parte de mí, y en México no me conocen, y para mi es un reto llegar a la gente que aprecie lo que hago, ya que lo que hago, lo hago con amor, con pasión y con la finalidad de que la persona que compre mi arte sienta eso”.

Quedé anonadada y, por primera vez, entendí que lo que hacemos lo debemos de hacer con amor, sin esperar nada a cambio, ser autentico, ser único no es fácil.

Te invito a que tú también conozcas más de su impresionante arte, y a que también te llenes de inspiración y positivismo ante la creatividad de esta gran artista orgullosamente mexicana.

Su pagina de internet, es: miriamaroeste.com

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La universidad de la vida

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Por Dr. Francisco Cuauhtémoc Frías Castro.

Hace varios años, en el contexto de una campaña política, un líder obrero, expresó que él no tenía título universitario, agregando que se había formado en lo que denominó “Universidad de la vida”. Reflexionando sobre esta expresión, desde luego, la interpreté en distintas maneras; en forma inicial pensé que el personaje político intentó con la frase aludida, justificar ante la sociedad su falta de estudios universitarios, aún cuando el cargo no requería de título académico alguno; después creí que se trataba de colocar el factor experiencia como elemento esencial de quien aspira a ocupar un cargo público; hoy, con el transcurrir de los años, estoy convencido que esa expresión tiene un significado más profundo y de mayor impacto en la formación integral de las personas, incluso sobre la formación académica.


Agrego que para llegar a esta conclusión, lo hago incluyendo en mi personal consideración, la reflexión sobre otra expresión, aludida con cierta frecuencia en el ámbito educativo, sobre todo al estar frente a padres de familia, esta expresión es “el hogar es la primera escuela y esta (la escuela), es el segundo hogar”.

Estoy consciente de que ambas expresiones tienen para cada persona, múltiples interpretaciones, sin embargo, el ámbito de consideración es tan amplio, tanto como el concepto mismo de educación, que solo me ocuparé del que a mi juicio es importante precisar, que es el que se refiere a los “buenos hábitos”.

Sin duda que el término educación es tan amplio y complejo, que incluye los aprendizajes escolares y también los que se adquieren en el hogar y en la convivencia social. El deslinde de cada ámbito no es tarea fácil, mucho menos asunto concluido; dicho lo anterior, cito expresiones que nos ilustran sobre este tema, atribuidas al ex presidente de Uruguay José Mujica, “no le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar”, agregando, “En la casa se aprende a: saludar, dar las gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad y la propiedad ajena, ser organizado y, continúa, en la Escuela se aprende: matemáticas, lenguaje, ciencias, estudios sociales, inglés, geometría y se refuerzan los valores que los padres y madres han inculcado a sus hijos.” Hasta aquí la cita.


En otras palabras, el legado de padre y madre, se sustenta en su propia herencia, recibida de sus progenitores, y es lo que acompaña al concepto “Universidad de la Vida”, siendo tan o más importante que el aprendizaje escolar en la formación de cada persona.


Hoy, el sistema educativo está en el centro del debate nacional respecto de aspectos que poco impactan la calidad educativa, sin ocuparse de la parte del aprendizaje extra escolar, sustancial en la formación de los educandos. Corresponde a padres y madres cumplir con su parte y sentirse graduados de la “Universidad de la vida”.

El autor es Doctor en Derecho con amplia experiencia en el sector público y privado.

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