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RESCATEMOS LO POSITIVO HACIA UN NUEVO CAMINO

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Por Rodrigo Barahona, abogado por el Tec de Monterrey, Catedrático del curso de derecho fiscal en la misma institución, y Titular de la Correduría Pública No. 21 en el estado de Nuevo León, México.

Este ha sido un año de retos, de retos porque nos ha movido de nuestra área de confort, nos ha puesto desafíos complicados para sacar adelante. No ha sido fácil el evitar al bicho, cambiar hábitos sociales, modificar esquemas laborales, sacrificar momentos de celebración como bodas, bautizos, quince años, aniversarios. Reestructurar el aspecto financiero, eliminando lo superfluo previa identificación de lo indispensable.

Lidiar con una autoridad sin los elementos para poder encontrar las herramientas de control más adecuadas. Torear la imprudencia e incredulidad de muchos. Soportar el abuso ante la oportunidad encontrada por algunos en esta pandemia a pesar de llevarse de encuentro a otros. También, nos ha privado de la posibilidad de volver a ver, de forma perenne, a algunos cercanos y, en ciertos casos, muy cercanos.

Pero, como todo, nos ha brindado una nueva posibilidad de vida, se logró lo que pensábamos imposible: se detuvo el mundo. La fauna pudo respirar en espacios perdidos. Volvimos a meditar, tuvimos tiempo para nosotros. Regresó la lectura, sí, nos reencontramos con aquel Laberinto de la Soledad que nos cambió la forma de ver el mundo en la adolescencia, y lo hizo de nuevo a estas alturas del partido. A escuchar aquel álbum del pasado, aquél que nos trajo recuerdos que estaban en un rincón pero que, al escucharlo de nuevo, nos ha hecho reír, remembrar y hasta cristalizar nuestras niñas.

A estar en familia, los que estaban fuera, para bien o para mal (más bien que mal), volvieron y permitieron que se hicieran dinámicas familiares olvidadas, se desempolvaron el scrabble, la lotería, el monopoly y el turista; se inflaron globos y se rellenaron de agua para reventárselo al hermano más cercano, se soltaron pases de americano o de fut, en la calle o en el jardín. Se acabaron las bicis en las tiendas, se retomó el ejercicio y la disciplina alimenticia. Volvimos a hacer jornadas laborales más adecuadas. Se terminó con el tráfico en las calles, se mejoró, en algunos casos, el nivel de contaminación en las ciudades.

Estuvimos sentados en la mesa, de nuevo y como en la infancia, para desayunar, comer y cenar en familia, retomando la olvidada sobremesa. Descubrirnos que la tecnología puede ser un aliado y permitirnos estar sin estar, pudiendo incluso continuar con las enseñanzas fuera del aula. Que hay viajes innecesarios y espacios rentados de más sin requerirse, en algunos casos más por presunción que por otra situación.

Vimos que había que valorar lo espiritual y olvidarnos de lo material, ya no había forma de presumir la bolsa, la camisa, el tenis, el reloj o el automóvil, que nos han hecho creer que nos dan valor cuando el valor se lo damos nosotros a las cosas, no en sentido contrario.

Confirmamos que sí existen los héroes, pero no ese Batman o Supermán de los cómics, sino el de la bata blanca que no se quiebra y sigue en lucha y al pie del cañón, a pesar de que otros se infectan irresponsablemente. Regresamos a hacer lo que debe ser, pues.

Por tanto, este 2020 no está para olvidarlo, al contrario, fue enviado desde allá arriba, para hacernos repensar y enderezar nuestro camino en beneficio de la naturaleza, y de nosotros mismos. Dejemos, pues, de recriminar lo pasado y veamos lo bueno que nos ha dejado, que es mucho. Por supuesto, no es para festejarlo en grande porque hay muchas penas de por medio, pero sí para valorarlo en toda su dimensión y saber reconocer que, ante toda adversidad, hay siempre cosas positivas que rescatar. La Estrella de Belén reapareció no por casualidad sino para mostrarnos el nuevo camino.


Venga 2021, a nuestra generación que se ha forjado a base de retos y crisis, nada nos sorprende. No es para desafiar a lo que viene, simplemente para enfrentar con actitud lo que pueda llegar en este año nuevo que se avecina, que esperemos sean cosas buenas para todos, sobre todo salud, trabajo y armonía familiar.


Rodrigo Barahona
El autor es abogado por el Tec de Monterrey, Catedrático del curso de derecho fiscal en la misma institución, y Titular de la Correduría Pública No. 21 en el estado de Nuevo León, México.

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